Gravemente herido, acostado sobre el piso de un helicóptero, sabe que se muere. Agonizando, busca en un bolsillo la foto de su novia y la aprieta contra su pecho manchado de sangre. Unos segundos después, su corazón lo abandon
Era el frío mediodía del 25 de mayo de 1982 cuando las esquirlas de una bomba de retardo, lanzada por un avión Vulcan británico, atravesaron el cuerpo del soldado marinero Ramón Antonio Meza.
En la Bahía Yorke, al norte del aeropuerto de la Isla Soledad, el joven de 20 años cae combatiendo detrás de su ametralladora 12,7 mm durante un intenso fuego enemigo.
Desesperados, sus compañeros buscan salvarlo. El correntino se les está muriendo. El cabo principal Peralta, su jefe de sección, y el teniente Otero, jefe de la Compañía, piden un helicóptero. Hay que llevarlo a Puerto Argentino para tener una esperanza. Lo acomodan en una improvisada camilla. El aparato hace girar sus aspas y se eleva. Cuando aterriza en el pueblo, Ramón yace sin vida abrazado a la foto de la única mujer que amó.
La historia de amor y coraje del soldado nacido en Curuzú Cuatiá, Corrientes, hoy vuelve con más fuerza a la memoria de aquellos que lo conocieron. En su ciudad natal, su madre Delia Bernardina Meza, de 77 años, y sus hermanos Juan y Jesús recibieron la noticia que tanto esperaron: el cuerpo de Ramón fue identificado luego de haber sido durante casi cuatro décadas un Soldado argentino solo conocido por Dios en el cementerio de Darwin. Meza es el soldado 114 en recuperar su nombre gracias al Plan Proyecto Humanitario.
Fuente: Tal Cual - Foto: Beto Aguirre
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Hipólito Irigoyen // ----