Se cuenta que, era especialmente bella, por lo que, siendo aún muy pequeña, al verla dormir en su cuna tan hermosa como una flor, su madre y su nodriza la llamaron Rosa.
Rosa era muy alegre, cantaba con una voz hermosa y componía canciones; se sometía a penitencias por las conversiones y soportaba con entereza sus múltiples enfermedades.
Rosa dividía su tiempo entre el trabajo y la oración. Pasaba horas bordando y dedicaba los frutos de su trabajo a ayudar a la manutención de su familia, de 10 hermanos.
Sus padres, don Gaspar Flores y doña María de Oliva, le hacían frecuentar fiestas y banquetes para que llamara la atención de los jóvenes más ricos de la ciudad y lograr así un matrimonio ventajoso. Pero si bien Rosa obedecía yendo a las fiestas, no estaba en sus planes contraer matrimonio sino consagrar su vida a Dios.
A los 20 años, abrazó la espiritualidad de la Tercera Orden de Santo Domingo, al igual que Santa Catalina de Siena, modelo de vida para Rosa.
Recibió el hábito negro y blanco el 10 de agosto de 1606 en el convento al que iba a rezar diariamente.
La obediencia, la humildad y la caridad fueron sus principales virtudes. Rosa fue un ejemplo de sencillez y un testimonio de vida Evangélica.
Su dedicación hacia los pobres, los enfermos y los necesitados le ganó en vida el amor de los limeños. Los milagros se sucedieron mientras vivía y después de su muerte.
Falleció el 24 de agosto de 1617, a los 31 años.
4 Soles - 15 de septiembre
Hipólito Irigoyen // ----