En Yapeyú | 25/02/2020
Proponen colosal sable llameante para homenajear a San Martín
El arquitecto Rafael Viñoly, reconocido internacionalmente, donó el proyecto e impulsa su construcción para superar la grieta argentina. El monumento se encenderá con una llama a lo largo de su filo los días conmemorativos

Un día como hoy, nacía en Yapeyú el general José de San Martín. Aprovechando la festividad, el arquitecto Rafael Viñoly presenta hoy su proyecto de monumento para el Libertador de América.

Viñoly es famoso en todo el mundo por sus edificios. Estudió en Buenos Aires hace 50 años pero es uruguayo, y eso es lo primero que le dijo a su colega Alfonso Asencio cuando lo visitó en Manhattan para pedirle colaboración en la construcción de un monumento en homenaje a San Martín en Yapeyú.

El gobernador correntino Gustavo Valdés  tiene la idea de construir un gran hito en la ciudad natal del Libertador. Asencio había contactado a Carlos Sallaberry, titular del estudio que tiene el uruguayo en Buenos Aires, porque el concurso de proyectos que inició la Gobernación había quedado desierto, y pensaron en un arquitecto de renombre internacional para potenciar la idea.

Sin asegurar si lo iba a hacer o no, Viñoly anticipó que, en caso de afirmativo, iba a ser una contribución personal sin ninguna compensación profesional. Y ya tiene el proyecto listo: un sable corvo como el que usaba San Martín pero de dos cuadras y media de alto que puede llegar a brilla en medio del río Uruguay.

Viñoly tiene obras en los cinco continentes. Hijo de una profesora de matemáticas y un reconocido director de cine uruguayos, es cierto que nació y se educó en Montevideo, pero estudió arquitectura en Argentina y formó parte de unos de los estudios más importantes del país. De todos modos, se sentía inhabilitado para hacer un monumento a San Martín. “Más allá de la información que cualquier alumno pudiera tener, no tenía una idea clara sobre su trayectoria y su importancia en la historia”, explica.

Fiel a su estilo, Viñoly estableció condiciones y se dedicó de lleno a investigar el tema. “Gracias a mi hijo Nicolás y al Dr. Gerardo Rubinstein, mi cuñado y un estudioso exhaustivo de todo lo argentino, empecé a leer sobre la importancia de la vida y de la trayectoria de San Martín para la conflictiva historia de Latinoamérica y, sobre todo, para esta coyuntura en la que el futuro de la República y de la región están en juego”, dice.

En poco tiempo, el uruguayo se convirtió en un experto e hizo el sorprendente proyecto que ahora ofrece como prenda de unidad argentina. “Es un buen ejemplo de lo que uno puede hacer, como cualquier interesado, para la evolución de la cultura en la que vivimos, desde la actividad a la que nos dedicamos”, ejemplifica.

La iniciativa del uruguayo consiste en construir una enorme réplica del memorable Sable Corvo de San Martín de 260 metros de alto que emerja del río Uruguay, cerca de la casa en la que nació el Libertador, en Yapeyú, Corrientes. “Será una hoja de acero inoxidable. En cada fecha conmemorativa de la vida del General, cuando se congregan caravanas masivas de jinetes de toda la región, el filo de la espada emitirá una llama votiva”, explica con fervor casi argentino.

No es casual que el arquitecto haya elegido esta alegoría sanmartiniana. El sable fue una elección personal de San Martín que, para los expertos, define su personalidad y carácter. Además lo convirtió en su homenaje a la defensa nacional cuando se lo ofreció a Juan Manuel de Rosas y fue dos veces robado en los 60 como reprobación simbólica a las dictaduras militares.

En los últimos tiempos, Viñoly, el arquitecto inalcanzable que se codea con personalidades internacionales, tuvo un gesto singular: donó el proyecto de edificio "Cero más Infinito" que se acaba de inaugurar en Ciudad Universitaria para la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Un pabellón con aulas, oficinas y auditorios para estudiantes y profesores de las ciencias duras.

Tal vez, este costado filantrópico del uruguayo haya alentado el pedido de Asencio que ahora se alegra de haber iniciado esa aventura: “Tuvimos la suerte que Sallaberry y Viñoly visitarán la provincia y pusimos las necesidades del proyecto sobre la mesa”.

Viñoly nunca hace nada a medias y ya tiene el proyecto para Yapeyú definido, con formas de financiamiento e implicaciones simbólicas incluidas. “Este monumento tendría que servir para superar las grietas, locales y no locales, para celebrar al único argentino que nunca pidió nada, nunca obtuvo nada, renuncio a todo, y a la vez es el que hizo más por la construcción de una región viable en el sur del continente americano”, dice.

El sable monumental estaría en medio del río, en el eje de acceso a Yapeyú, donde están conservados los restos de la casa en la que nació el Libertador. Una línea de asfalto blanco vincularía la ruta con la costa en dirección al sable. “De ese ralo paisaje mesopotámico, con una densa vegetación horizontal, y al final de esa ruta de acceso, emergerá del río una réplica exacta del Sable Corvo, la única posesión práctica y simbólica que tuvo el General y que compró con su propio dinero”, detalla el arquitecto Viñoly.

En 1811, antes de partir para América, San Martín compró el sable en Londres. Era del tipo morisco, totalmente distinto al que usaba la caballería española de la que salía el futuro Libertador como Teniente Coronel. El arma era sencilla y práctica, sin ornamentos y piedras preciosas como usaban los altos jefes de ejército. Un emblema de eficiencia y austeridad que lo acompañaría en toda su campaña libertadora.

El valor simbólico del Sable Corvo es tal que no solo a San Martín se lo conoce como el Santo de la Espada, nombre acuñado por el historiador Ricardo Rojas en 1950, sino que la historia del arma suscitó y suscita muchísima polémica. Por caso, es sabido que el Libertador atesoró el sable en su retiro francés y, a su muerte, lo legó a Juan Manuel de Rosas, cuando todavía era gobernador de la Provincia de Buenos Aires, a cargo de las relaciones exteriores argentinas.

Cinco años antes de su muerte, el viejo General apoyó encendidamente al Gobernador en su enfrentamiento con las escuadras inglesas y francesas, el que derivó en la Batalla de la Vuelta de Obligado. Un gesto que nunca pudieron digerir los unitarios, ni los federales de Urquiza.

Viñoly eligió el sable como símbolo superador de la “grieta” argentina. El arquitecto declara que su proyecto no tiene filiación política ni partidaria, inclusive no quiere que sea una iniciativa específicamente nacional. “Su construcción, como fue la construcción de Estatua de la Libertad en New York, debería ser el resultado de contribuciones personales, de cualquier monto, en los tres países que San Martín liberó. La recaudación debería ser administrada por una comisión liderada por los institutos sanmartinianos, el Regimiento de Granaderos a Caballo, y participantes interesados”, propone.

Fuente: Clarín
 

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