Mes rosa | 25/10/2019
Alicia Schey: Yo dije la enfermedad no va a poder conmigo, la voy a vencer y fue así
Alicia Schey, en el mes rosa, compartió con nosotros su experiencia de vida: “Mi mensaje es esperanzador para otros porque al decir la palabra cáncer ya se paralizan, acá se termina mi vida, me voy a morir y no es así, soy el testimonio que no es así, que el cáncer no es sinónimo de dolor y de muerte, sino de fortaleza, resiliencia, buena actitud, de ponerle energía a la vida”.

Alicia Schey es docente de Monte Caseros y participó de un concurso literario que fue organizado por el Dr. Dario Niewiadomski, médico oncólogo del Instituto de Oncología de la Ciudad de Buenos Aires, del instituto Luis Pasteur (OSLP) sede Belgrano, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cancerología y creador de www.oncologiaesperanzadora.com.

Alicia nos comentó que en “el libro los pacientes oncológicos comparten sus vivencias, sensaciones, emociones.. Es un espacio para compartir con personas que padecen ésta patología.

Yo sigo mi tratamiento, lo sigo cursando, en el hospital Naval de Buenos Aires desde hace 3 años.

Me operaron de la mama izquierda, pasaron meses de quimioterapia, radioterapia, hay que ponerle mucha fuerza de voluntad, mucha energía.

Después de un largo tiempo salieron otros nódulos, con células malas, me volvieron a operar de la mama derecha en abril de éste año.

Tomé a ésta enfermedad como un desafío esperando que siempre lo mejor va a venir. Desde el día que me enteré que tuve ésta enfermedad, porque estoy curada, gracias a Dios. Siempre me planteé que no iba a existir para mi la palabra imposible, que lo mejor está por venir.

Si uno quiere y le pone energía a las cosas, se pueden dar, se pueden transformar. Uno desde la oruga pasa a transformarse, a cambiar, a vivir diferentes emociones porque hay dolor, fuerza, energía, momentos de altibajos, buenos y malos de dolor, pero siempre está la luz y la esperanza al final del camino.

El cáncer se puede curar, sobre todo el de mama, siempre bajo el compromiso del trabajo multidisciplinario de los especialistas en Buenos Aires, se trata de un trabajo integrador, o sea, está el mastólogo, el clínico, el cirujano, el oncólogo, el endocrinólogo, el psicólogo, todos los ologos. (risas)

Uno hace un recorrido de todos los especialistas lo que ayuda a que uno se fortalezca como persona y a seguir adelante.

Tomé a ésta enfermedad con mucha fe y esperanza. Dije la enfermedad no va a poder conmigo, yo la voy a vencer y fue así, lo logré.

Posteriormente lo plasmé por escrito dejando un mensaje esperanzador, de vida, importante para otras personas que recién comienzan con su tratamiento, sobre todo cuando te dicen que tenés ésta patología, se te viene el mundo abajo, te preguntás ¿por qué me tocó a mi? no hay que preguntarse ¿por qué? es lo que te toca, hay que asumirlo, vivirlo y siempre pensar que lo mejor va venir, entonces con esa idea uno sigue adelante.

Aparte uno tiene que estar fuerte por todas las personas que te rodean y que te esperan.

-¿Cómo fue el momento que te enteraste que padecías ésta enfermedad?

Lo que pasa es que todas las mujeres tienen que hacerse sus estudios como debe ser. Después de los 40 años deben hacerse su mamografía, papnicolau, ecografía mamaria.

En mi caso lo mio fue hereditario porque mi mamá tuvo la misma enfermedad, a la misma edad y del mismo lado de la mama que yo.

Cuando hay alguien de la familia que lo tiene no significa que el hijo, abuelo, tío, lo va a tener, pero casi siempre tienen predisposición a tener la enfermedad, por eso la prevención y cuidado tienen que ser más extensivos.

Por ejemplo me hacía las mamografías y ecografías, en vez de hacerme una vez al año, lo hacia a principios, mediados y fin de año, tres veces, porque las células se puede disparar, yo pensaba que como mi mamá lo tuvo me tenía que controlar, en realidad como todas las mujeres, pero algunas lo hacen y otras no, dicen lo dejo para mañana, después vemos y pasan los días. No debe ser así, uno tiene que ser ordenado, responsable con su vida, porque es tu vida y tu salud la que está en juego, también por tu familia.

Una vez que sabés que tenés la enfermedad hay que luchar, ser una guerrera, seguir adelante, es el paso a paso, el día a día, todo va cambiando, se transforma.

Un día estás bien, otro estás mal, otro día no te podés levantar, entonces tomás las cosas de otra forma.

Hay que valorar que Dios pone el sol en tu ventana para que te levantes y puedas seguir caminando.

-¿Cómo fue participar en el concurso?

Participé de un concurso literario que fue organizado por el Dr. Dario Niewiadomski, un gran médico oncólogo, tuve la oportunidad de conocerlo personalmente.

Cuando me operaron nuevamente, esperando el resultado de la biopsia, muy nerviosa porque no sabés si tenés que volver con la quimioterapia, no es tan fácil, tan sencillo, el procedimiento de la quimio es como una explosión en el cuerpo por dentro, que ni te cuento todas las cosas que sentís, pero se puede, tenés que tener mucha fortaleza, mucha actitud, voluntad, ganas de cumplir sueños, de seguir viviendo.

Mi mensaje es esperanzador para otros porque al decir la palabra cáncer ya se paralizan, acá se termina mi vida, me voy a morir y no es así,soy el testimonio que no es así, que el cáncer no es sinónimo de dolor y de muerte, sino de fortaleza, resiliencia, buena actitud, de ponerle energía a la vida, de rodearse de personas queridas, hacer lo que te gusta, compartir con personas un momento, como tomar mate, comer un asadito, lo que te gusta hacer, pintar, bailar, lo que vos quieras, porque no existe la palabra imposible.

-¿Ésta enfermedad cambió tu vida?

No, en realidad, porque siempre fui muy activa. Toda la vida trabajé en varias escuelas, soy profesora de inglés, maestra de grado y profesora de música, un día pintaba, otro día hacía música, otro día daba clases, siempre en proyectos y grupos.

No cambié mucho pero si me enseñó que uno no tiene que preocuparse por cosas que no son realmente relevantes.

Uno se enoja a veces, hasta que se da cuenta que todo tiene solución, menos la muerte. Uno se hace mucho problema por cosas que nos importantes, por eso aprendés a valorar cosas que antes no las veía.

Por ejemplo algo tan sencillo: cuando terminé algunas sesiones de quimio, le decía a mi médico que quería que me de permiso porque yo quiero ir a comer una mandarina bajo la sombra de mi árbol, ir a ver mi río, como cantan los pájaros, cargarme de energía, rodearme de la gente que me quiere bien, de esa forma voy a volver con mucha fortaleza y voy a poder continuar.

El médico me contestó se conforma con algo tan sencillo que no le puedo decir que no. Vaya y vuelva con toda esa energía, después sigamos adelante.

Respecto del concurso te cuento que participamos 225 personas, pasé a la instancia 50, 30 y quedé entre los 10 finalistas, se creó la antología, el libro, después el mismo médico me llamó para las jornadas de oncología y cancerología que se hicieron hace poco, el 10 de agosto, estuve compartiendo esas jornadas en Resistencia como representante de Corrientes. Fui a disertar y fue algo muy emocionante, porque muchas personas que estaban ahí, me decían no puedo creer como lo tomás, a mi devolviste la vida porque yo pensaba cuando empezaba la quimio, que se terminaba la vida, que se me cae el pelo, que me voy a sentir mal, fea. Yo les decía que no importa, se te va caer el pelo pero hay que seguir brillando, ser una persona resiliente.

Decir voy a comenzar día a día, eso es lo importante.

Dentro de todo lo malo siempre se rescata algo bueno, Hay que esperar que lo mejor va a venir.


LIBRO

El libro se llama: "El cáncer: Una historia que contar". Se trata de pacientes oncológicos que participaron del concurso literario Oncología Esperanzadora organizado por el Dr Darío Niewiadomski. El resultado fue una nueva literatura de la Verdad. Quizás un nuevo tipo de género literario donde las palabras no son mas importantes que las experiencias. Cuando se llega al límite ya no hay lugar para engaños. Aparece esa Verdad, una verdad individual, pero a su vez completamente reconocible y empática. Una Verdad que enseña desde todos los ángulos posibles.

Para algunos esa Verdad les permitirá vestirse con la piel de un familiar o ser cercano que pase por esta situación y así entender el rol fundamental que significa estar presente. Qué se puede aportar y cómo entender que espacios ocupar. Para los pacientes oncológicos será una forma de tener más herramientas -esas que ni médicos ni psicólogos pueden dar- y así transitar ese camino que sin dudas no es elegido pero, como lo detallan las líneas de este libro, a su vez contiene todos los espejos.

Todos llegaremos a nuestro límite. Lo sabemos pero a su vez nunca terminamos de ser conscientes hasta que sucede lo extraordinario. Para quienes nunca pasen por esta experiencia el libro les da quizás el mejor de los regalos. Viajar por el Tiempo y llegar al punto donde el Alma enseña aquello que no pueden ni el corazón ni la mente. Un recorrido que será único para cada uno. Porque a estas páginas se entra como lector pero si navega por sus aguas saldrá completamente lleno de soles, de lunas y de sueños.
Fuente: oncologiaesperanzadora.com

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