| 04/05/2019
La emotiva historia de un joven que cambió "la joda" por el trabajo
"Hoy había un montón de chicos de joda en las esquinas y me preguntaban a dónde iba. Cuando les contesté que venía a trabajar no lo podían creer. Ellos ven esto y les siembra la duda", contó Cristóbal.

Cristóbal es integrante de la panadería social "San José", ubicada sobre calle República de Siria 495, en Paraná. El emprendimiento de quienes colaboran con la Parroquia Guadalupe del barrio La Floresta fue inaugurado a comienzos del mes de abril y esta semana sufrió un robo.

Pese a los contratiempos, el local sigue funcionando con el objetivo de ser una alternativa laboral para chicos recuperados de las drogas.

"Estamos divididos en dos turnos, porque gracias a Dios estamos vendiendo mucho. Nos quedamos sin stock temprano, por lo que venimos a la tarde para hacer un poco de galleta y de pan. A la mañana hacemos facturas y bizcochos. Hay un chico enfermo, por lo que hoy vinimos a las 3.30 de la madrugada", relató el joven.

Acotó que pese a estar "a las corridas", pero puso de relieve que "gracias a Dios tenemos trabajo".

Cristóbal espera que su caso sirva como ejemplo para otros muchachos de la zona. "Si aumenta la producción y la venta, no sólo nosotros podemos refugiarnos acá y depender de un trabajo, sino que hay muchos chicos que están en el grupo y pasan por situaciones re difíciles con la droga y quieren salir, por lo que deben ocuparse. Es por eso que le metemos tantas fichas para que se sientan cómodos, porque esto es una familia".

"La gente sabe que andábamos en la joda. Hoy venía a trabajar y había un montón de chicos de joda en las esquinas y me preguntaban a dónde iba. Cuando les contesté que iba a trabajar no lo podían creer. Ellos ven esto y les siembra la duda sobre lo que está pasando. Ahí tenemos que ser vivos y acercarlos a Dios. Nosotros somos instrumentos", enfatizó.

Resaltó que "en esta zona de la ciudad se ve mucho la carencia de trabajo. Eso los lleva a robar y la familia no los apoya, lo cual es una falta de amor grande. Nosotros acá queremos que ellos se sientan amados y darles la posibilidad de insertarse en el trabajo que les hace bien".

Por otra parte, admitió que el fallecimiento de Daniel, el maestro panadero que murió poco después de la apertura del local, "nos costó mucho. Nos falta la cabeza. Nos dejó muchas enseñanzas. Lo único que nos quedaba de él era la radio, que se la robaron. Eso nos duele, porque era el único recuerdo que nos quedaba. Nos duele porque no fue por hambre, ya que había una bolsa con 30 kilos de galletas y no se la llevaron".

Elonce.com

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