El cardenal común es un pájaro que, por el color rojo intenso de su cabeza, que contrasta con el blanco y gris de su cuerpo, se hizo popular entre los argentinos. Abunda en varias zonas del país, y hasta puede hallárselo, si uno se acerca con cuidado, en los bosques de Palermo. El problema es que, donde muchos ven belleza, otros ven un negocio. Por eso, el cardenal ha sido cazado desde siempre.
Su homónimo, el cardenal amarillo, no se destaca tanto por sus colores sino por el canto maravilloso del macho. Esa cualidad única lo puso, paradójicamente, en peligro de extinción. No sólo porque sus hábitats han ido retrocediendo por el avance de la frontera agropecuaria, sino por su comercio ilimitado, debido al alto precio que alcanza: unos US$ 100, sobre todo en el exterior.
Un informe de Naciones Unidas e Interpol estimó que a nivel mundial el tráfico ilícito de flora y fauna mueve hasta US$ 23.000 millones por año. Ya es el tercer negocio ilegal a nivel mundial, detrás del tráfico de drogas y el de armas. En Argentina, según estima la ONG Aves Argentinas, se calcula en unos $ 50 millones por año.
Además de los cardenales, hay otras aves muy tradicionales en nuestro país que hoy están en peligro por quienes lucran con ellas para satisfacer a coleccionistas y a particulares. Por ejemplo el federal, que en los últimos años ya no es visto en las áreas donde era su hábitat habitual. O el tucán, que en el mercado ilegal europeo se puede conseguir a partir de los 500 dólares debido a su tamaño, lo particular de su figura y color llamativo, por lo que es una especie que es adquirida por un público selecto. Incluso se lo captura para hacer ralladura con el pico, al que se atribuyen propiedades afrodisíacas.
Fuente: Corrientes Hoy
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