| 19/08/2017
20 de agosto: Día de San la Muerte
La Iglesia no lo admite y no existe liturgia oficial para su adoración. Pero cada vez son más los que le rezan, piden favores o participan de actividades, ocultas o no, relacionadas al “santito esquelético”. En Corrientes, se centra la mayor cantidad de capillas y la más visitada se encuentre en la Ruta 12, cercana a Empedrado.

Considerado pagano por estar ausente del santoral católico, la religiosidad por San La Muerte o Señor de la Muerte es creciente. Pocas devociones populares son tan misteriosas como la que rodea al “santo esqueleto” y que se consagra día a día por el arraigado fervor de sus creyentes.

Como el Gaucho Gil, Antonio María, Pedro Perlaitá o la milagrosa niña Pilarcita, la fe de los devotos se nutre de este extraño amasijo de credos entre lo pagano y la creencia guaraní que apenas se distingue del culto católico. “La Iglesia no lo reconoce, pero sabemos que es milagroso y que intercede ante Dios”, manifestó ayer a este medio un creyente en el Señor de la Muerte como también se lo conoce, y que sintetiza de un modo esta forma de profesar la fe.

Si se transita por las rutas del Nordeste es habitual hallar pequeñas capillas y altares dedicados San La Muerte. Estas improvisadas construcciones, donde se lo venera, se encuentran en las inmediaciones de la modesta vivienda que habita el santero responsable del lugar acompañado de su familia promesera.

Una de las más visitadas por devotos de todo el país e incluso países vecinos es la capillita ubicada en el kilómetros 983 de la Ruta Nacional N°12, a escasos siete kilómetros de Empedrado. Este santuario, desde hace unos años a esta parte, ha estado creciendo y ganado la confianza de los adeptos merced a su singular historia y también al buen manejo de sus cuidadores, la familia Barrios.

Cada año llegan micros desde diferentes provincias para celebrar una de las fechas dedicadas a este “sagrado” esqueleto. “Creemos que este año vendrán cerca de 20 micros, estamos preparando todo para la fiesta del 20 de agosto”, expresó a “época” Juana Barrios, encargada de la capilla y propietaria del lugar.

La novena a San La Muerte comenzó el lunes con la participación de varias familias de parajes cercanos. “El 10 comenzamos los preparativos con la remodelación del altar y el 11 con los rezos de la novena”, dijo Juana.

La figura de San La Muerte, ubicado en el corazón del precario altar familiar, mide alrededor de 15 centímetros y está acompañado por varias imágenes, entre ellas el Gauchito Gil, la Virgen de Itatí, San Cayetano y Santa Librada, entre otras. “Es muy milagroso, nosotros le pedimos favores y siempre nos cumplió por eso somos muy devotos a él”, manifestó un joven de apellido Méndez, quien junto a su familia se acercó hasta la capilla para venerarlo.

Como ellos, a diario decenas de personas se detienen frente al relicario para saludarlo con la señal de la cruz antes de seguir el viaje. “Acá le rezamos muchos y aceptamos sólo a los que quieren el bien, por eso no dejamos que pongan velas negras para que no realicen el mal porque es un santo bueno y no queremos saber nada con las cosas oscuras”, expresó la mujer encargada del lugar.

Este dato es importante, ya que son muchos los que utilizan su imagen para ritos clandestinos. “Pero es comprensible, su aspecto aterrador y su vinculación con la cercanía de la muerte es lo que hace que se lo utiliza para hacer males, pero acá no permitimos eso”, manifestó Cándida, una abuela de 72 años devota de San La Muerte.

Como es de esperarse, el chamamé y la danza serán parte de las celebraciones paganas. Con un delicioso asado y una extensa mesa hermanada, miles de fieles participarán de la fiesta en su honor. “Vienen muchos conjuntos chamameceros que nos piden para participar, nosotros abrimos las puertas para todos lo que quieran festejar siempre y cuando sea para el bien”, dijo Juana.

Con una peregrinación desde la capilla hasta la gruta de la Virgen de los Remedios, unos 5 kilómetros distante, los devotos tienen como único ritual la oración y la fe. “Desde temprano habrá salva de bombas, luego la procesión y por supuesta la oración que finalizará con el almuerzo comunitario”, comentaron los organizadores, revelando que no existe una liturgia especial.

Celebraciones

El culto a San La Muerte aunque no tiene "días canónicos” actualmente posee dos fechas significativas, una es el 15 y otra el 20 de agosto. La primera se celebra en coincidencia por el día de la asunción de la Virgen María a los Cielos, ya que se cree que el Señor de la Muerte la acompañó y la segunda se debe a que la familia Barrios, uno de los lugares que más devotos convoca, festeja en coincidencia con la revelación de un aborigen del santito popular.

También se suele conmemorar el Viernes Santo y el Día de Todos los Muertos -2 de noviembre- pero estas festividades están más relacionadas al oscurantismo y actividades clandestinas.

Barrio Nuevo

En Capital, la devoción a San La muerte no es ajena y a diferencia de la legendaria celebración cercana a Empedrado, en el barrio Nuevo hace 22 años una capilla celebra en honor al Señor de la Muerte.

Una de las diferencias es la fecha. En esta capilla, ubicada en las 183 Viviendas, se celebra el 15 de agosto porque coincide con el día del Tránsito de María a los Cielos, la cual es patrona del barrio. Si bien no existe un culto determinado, en todas las festividades se realizan las mismas costumbres del catolicismo como el rezo del rosario, cánticos y oraciones a Dios como modo de agradecimiento. Como una postal copiada a las celebraciones religiosas, las ceremonias siempre se completan con velas encendidas y consumiéndose sobre otras todas testimonio efímero de una gracia pedida o concedida. San La muerte, temido por muchos y amado por otros, para bien o para mal cada vez atrae a más devotos.

Una imagen centenaria

Entre tantos mitos y leyendas, en esta singular capilla se halla una de las imágenes más antiguas de San La Muerte. Realizada en oro y tallada a mano, esta estatuilla fue hallada hace exactamente 100 años por un lugareño, don Manuel Hilario Barrios.

“Mi abuelo fue agricultor y cuando tenía 18 años encontró esta imagen junto a la de San Antonio, ambas de oro, en la costa del río Paraná en la zona de Manuel Derqui”, contó a “época”, Juana Barrios, encargada de la capilla y nieta del difunto dueño de la imagen.

Encontró en una cajita y así como lo encontró lo guardó en un viejo baúl”.

Según manifestó Juana, don Manuel sin darle mayor importancia guardó ambas imágenes en un baúl y la olvidó por un tiempo.

Por las noches se oía un incesante golpeteo y preso de la inquietud comenzó a rastrear el sonido y para su sorpresa dentro del mueble, en un rincón olvidado, se encontraba la caja, quien inmediatamente de tocada, cesó sus golpes. “Mi abuelito llevó las imágenes al sacerdote de Empedrado que le dijo; ‘Usted no sabe la reliquias que tiene en sus manos’, y fue él quien recomendó honrar al santo cada 20 de agosto”, dijo Juana entre lágrimas de emoción.

Se cree que las imágenes pertenecieron a un soldado que escapaba de la guerra civil de Paraguay a finales del siglo XIX.

Según la creencia

La esposa de Manuel Barrios, profundamente católica, con diligencia construyó un pequeño relicario y la colocó dentro ambas imágenes. A las dos horas se les aparece un aborigen que le reveló quién era el santo incógnito, San La Muerte.

Cuenta la tradición centenaria de esta familia que según se mostraba la “flor” de la vela (el pabilo y su llama) se sabía inmediatamente si el animal extraviado estaba vivo o muerto, con una certeza casi infalible, el dueño de las imágenes de oro incluso daba las señas de dónde hallar a los animales perdidos en base a esta manifestación del santo para con sus devotos.

Muchos campesinos y humildes agricultores salvaron así a sus familias del hambre y cada vez que había devoción se iban acercando y agregando al núcleo fundacional de los devotos. Al mismo tiempo se fueron incorporando las ofrendas al santo, en forma de velas.

La devoción de la familia Barrios centró el culto de agradecimiento cada 20 de agosto, fecha en que la aparición de la aborigen reveló el carácter del Santo y por recomendaciones del sacerdote. Poco a poco los vecinos fueron acercándose y rogándole al santo por sus vaquitas perdidas.

Orígenes del culto

Cuando se busca en los orígenes de este santo se encuentra que probablemente se trate de un monje que curaba a los aborígenes y humildes en la provincia de Corrientes en el año 1750, quien por ello fue acusado de brujería y fue encerrado en una celda con puerta sellada.

Cuenta la leyenda, que estando preso se le pasaba comida por debajo de la puerta y un 20 de agosto, al verificar su estado, se encontraron sólo sus huesos. Su cuerpo esquelético se encontraba de pie y cuando ingresaron a su celda él mismo levantó su mano señalando a su principal acusador, el cual junto con el resto de sus perseguidores murieron luego de misteriosas enfermedades.

El apodo del Señor de la Muerte se le habría otorgado por su preocupación de curar a los leprosos y sus restos consumidos encontrados en forma vertical, anormal en la muerte humana.

También se cree que su inicio deriva de la religión guaranítica. Algunas tribus veneraban los huesos de los antepasados a quienes pedían protección contra los fenómenos naturales y las fuerzas espirituales malignas. (Otras tribus temían el contacto con los restos humanos y los evitaban) En tiempos de las Misiones jesuíticas guaraníes, a mediados del siglo XVIII, la creencia se mezcló con elementos de la fe católica, pudiendo afirmarse que el origen se puede rastrear en este sincretismo.

La devoción hoy

Sus actuales seguidores confiesan como promesa para conseguir y preservar trabajo, hallar cosas perdidas, obtener el amor de alguien y vengarse de un desaire. También conocido como Señor de la Buena Muerte, la tradición afirma que el amuleto sólo tiene efectividad si fue bendecido por un sacerdote católico. Para lograr la bendición del amuleto, su dueño lo lleva escondido en la mano mientras pide la bendición de una estampita, logrando la consagración de ambas cosas. Luego, se debe llevar el amuleto durante siete viernes seguidos a otras iglesias.

El historiador chaqueño, José Miranda Borelli, aporta una conclusión que propone desentrañar el hecho desde una mirada sociológica: “Hay una serie muy amplia de santos populares, algunos de la tradición hagiográfica católica, otros no. Todos estos santos con sus caracteres especiales, con su influencia recibida en la región, con sus rasgos que han surgido de la simbiosis cultural producida, son parte del contexto religioso y de la cosmovisión de los pueblos del Nordeste”.

Otros nombres

Además de San La Muerte también se lo llama: Señor de la Buena Muerte, Señor de la Paciencia, San Justo Nuestro Señor de la Buena Muerte, Nuestro Señor de Dios y la Muerte, San Esqueleto, Ayucaba, Señor que Todo lo Puede (particularmente en Formosa), San Severo de la Muerte (especialmente en Corrientes y en Formosa) o -a veces por temor- solamente San.

El religioso silencio

Corrientes es conocida por su fuerte religiosidad, si bien más del 90 por ciento se profesa a la religión católica se cree que un 20 por ciento confunde el dogma de la Iglesia con cultos paganos. Esta “celosa” realidad inclina a las autoridades eclesiásticas a negarse hablar de ello, sobre todo los sacerdotes y obispos de Corrientes.

Entre los que sí se animan está el padre Julián Zini, quien en varias oportunidades expresó que si bien la Iglesia no admite el culto pagano, hay que educar a los cristianos a creer en Cristo, único testimonio de amor. Un ejemplo de ello fue la participación del Obispo de Goya, Ricardo Faifer, quien rompió con la división entre la Iglesia y las creencias populares.

En Corrientes capital, uno de los que considera “innecesario” hablar de estas creencias es el arzobispo de Corrientes Andrés Stanovnik, quien prefirió el silencio para no brindar explicaciones sobre esta creencia arraigada en la fe secular.

El poder de las estatuas

San La Muerte toma cuerpo y su representación varía de acuerdo al imaginero que la realiza. La figura clásica es el esqueleto humano, parado, determinado por rasgos sencillos -casi minimalista- frecuentemente teñida de negro que además está ornamentada por la tradicional guadaña que en algunos casos posee toques de pintura sangre en su filo. Esta misma imagen puede estar vestida, generalmente con lienzos negros y rojos.

Otros ejemplares están sentados y la más usual es aquella denominada como “Señor de la Paciencia”, algunas con las manos en las sienes y otras sosteniendo la barbilla. Conceptualmente sorprende una talla en que muestra a San La Muerte sentado sobre el mundo como persuadiendo su poder, tanto sobre lo terrenal como lo divino.

Las estatuillas elaboradas a partir de una bala servida -que hubiera herido y especialmente matado a un bautizado- son consideradas como las más poderosas entre los devotos. Generalmente son usadas como colgantes llevadas al cuello. En esta misma categorización de las estatuillas eficaces se distinguen las realizadas en hueso humano

-preferentemente de un recién nacido o de personas con poderes- con el predominio de una llamativa abstracción.

Respecto a la estética de la producción santera, se debe reconocer una línea originaria descendiente del barroco español que se articula con otra de procedencia netamente guaraní, conformando un legado único y en permanente transición.

Búsqueda Avanzada

20 de abril - DEL ESTE 1

Colón 925 // (03775) 422335

19 de abril - FARMACAS

Colón y El Maestro // 03775-425196