Especial | 21/07/2015
San Daniel
La Iglesia Ortodoxa Oriental celebra la fiesta de San Daniel, el Profeta junto con la de Los Tres Jóvenes el Domingo de los Santos Patriarcas que suele caer entre el 11 y el 17 de diciembre, es decir el último domingo antes de la Navidad. La profecía del capítulo 2 de su libro (Dn. 2:34-35), sobre la piedra que destruyó al ídolo de los pies de barro, suele ser usada en la himnología como una metáfora de la Encarnación. Así la "piedra" es Cristo y el que haya sido "no cortada por mano humana" se refiere al nacimiento virginal, siendo la Virgen María, o la Theotokos, la "montaña no cortada". En la Iglesia Católica, su onomástico se celebra el 21 de julio. También es conmemorado en el Calendario de los Santos de la Iglesia Luterana de Missouri junto con los Tres Jóvenes el 17 de diciembre, concidiendo con la celebración ortodoxa. La Iglesia Copta, por su parte, lo celebra el 23 de Baramhat, equivalente al 3 de abril.

El nombre consta de dos partes: el primer segmento proviene del verbo  (din) 'juzgar', 'contender' o 'alegar y la porción final es  (El), abreviatura de 'Elohim'; 'Dios', 'divinidad'. La partícula  (i) ha sido interpretada tanto como un hiriq, denotando pertenencia, o como un yo posesivo de primera persona (como en el hebreo moderno). Por lo tanto Daniel suele traducirse como 'Dios es mi Juez' o 'Juicio de Dios'. La Enciclopedia Judaica lo interpreta, a la luz de Gén 30,6, como 'Dios es el defensor de mi derecho'.

En el judaísmo Daniel es considerado el autor del libro homónimo, el cual es parte de los Ketuvim, pero no un profeta. Los cristianos, en cambio, lo incluyen entre los Profetas Mayores. En las Iglesias Católica y Ortodoxa también es venerado como santo.

En la tradición islámica, aunque no sea mencionado por el Corán, se le considera igualmente un profeta.


Según la tradición rabínica, Daniel pertenecía a la realeza; su destino fue profetizado por el propio Isaías cuando le dijo al rey Ezequías: "y tus hijos, que tú has engendrado, serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia" También se alaba a Daniel con estas palabras: "Si estuviera en un platillo de la balanza y todos los sabios de los gentiles en el otro; él sería más pesado que todos ellos". Se dice que Nabucodonosor lo admiraba mucho, a pesar de que se hubiese negado a rendirle honores divinos y que cuando el joven le reveló el sueño que había olvidado no tuvo ninguna duda de que su interpretación del mismo era correcta.

Daniel en el Islam

Los musulmanes consideran a Daniel como un profeta, a pesar de no ser mencionado en el Corán. Las tradiciones islámicas dicen que predicó en el Iraq durante los reinados de los reyes persas Lahorasp y Ciro, a los cuales enseñó la unicidad de Dios y exhortó al pueblo a retornar a su culto. El historiador Al Tabari cuenta que Daniel resucitó con sus plegarias a una multitud de personas muertas mil años atrás, un episodio que historiza la parábola de Ezequiel  1 10. Ciro lo había hecho cargo de la enseñanza de la verdadera religión, cuando Daniel le pidió permiso para reconstruir el Templo y retornar a Palestina, el rey accedió al primer pedido pero rehusó dejarlo ir alegando que “si tuviera mil profetas como tú, quisiera que todos se quedasen conmigo”. En otras tradiciones, sin embargo, se considera al profeta como rey de Israel tras el retorno de la Cautividad de Babilonia.Se atribuye también a Daniel la invención de la geomancia ("'ilm al-raml") y la autoría del libro "Usul al-Ta'bir" (Principios de la Interpretación de los Sueños). Al Masudi dice que en realidad hubo dos Daniel. El Antiguo, quien vivió entre la época de Noé y la de Abraham; autor de las mencionadas ciencias y Daniel, el Joven, tío materno de Ciro autor del "Kitab al-Jafar" (Libro de la Adivinación) y de numerosas predicciones sobre los reyes de Persia.

Daniel en la tradición occidental

Daniel ha sido una figura muy importante en la tradición cristiana en razón de mencionada Profecía de las Semanas que anunciaría, según algunos teólogos, con exactitud el nacimiento y la muerte de Jesucristo. Del mismo modo sus predicciones sobre guerras apocalípticas y la sucesión de los Imperios lo hicieron un favorito de los predicadores de la Parusía, en especial a la hora de calcular la fecha de tal evento. Como un joven estudioso, pleno de confianza en Dios, aparece en los diseños del Renacimiento, en especial en los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. En los siglos XIX y XX, la figura histórica del profeta fue cuestionada por los estudiosos de la antigüedad mesopotámica en razón de las inconguencias entre los relatos de su libro, que parecería corresponder al siglo IV o III a. C., y los hechos históricos

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