ESPECIAL | 11/04/2014
11 de abril: Aniversario del asesinato de Urquiza

En 1870 terminaba la Guerra del Paraguay; para festejarlo, Urquiza recibió en su Palacio San José, con gran despliegue de desfiles y brindis, al presidente Sarmiento, el más terrible enemigo de los federales. Era la sanción visible del acuerdo tácito del caudillo con los unitarios, y los federales lo tomaron como un insulto.

La oposición decidió no esperar más un pronunciamiento a su favor de parte de Urquiza, y decidió lanzarse a derrocarlo.

El general López Jordán organizó rápidamente la revolución; el primer objetivo era apoderarse de la persona del gobernador, para forzarlo a renunciar o expulsarlo del país. Envió en su busca al coronel Simón Luengo, un cordobés que había visto la represión de los porteños en su provincia, donde habían derrocado al menos dos gobernadores federales; que había visto los crímenes de los coroneles de Mitre y Sarmiento en su provincia y en las vecinas. No se podía esperar misericordia de tal personaje, y no la hubo.

En el atardecer del 11 de abril de 1870 una partida de 50 hombres armados, al mando del coronel Robustiano Vera, hicieron ruidosa irrupción en San José. Venían a apresar al gobernador y caudillo gritando: "¡Abajo el tirano Urquiza! ¡Viva el general López Jordán!" Un grupo de cinco a las órdenes del coronel Simón Luengo, cordobés y protegido del general, se encamina a las dependencias privadas del dueño de casa. Integran el grupo Nicomedes Coronel, capataz de una de las estancias de Urquiza, oriental de origen, el tuerto Álvarez, cordobés, el pardo Luna, oriental y el capitán José María Mosqueira, entrerriano, nacido en Gualeguaychú.

El general que está tomando mate debajo del corredor se incorpora, sorprendido por el bullicio y, comprendiendo que se trata de un asalto, grita: "¡Son asesinos! Y corre a proveerse de un arma. Los asaltantes se acercan. ¡No se mata así a un hombre en su casa, canallas!" Les espeta, haciendo un disparo que hirió en el hombro a Luna. "Álvarez, entonces –explica el coronel Carlos Anderson, ayudante de Urquiza y jefe de la Guardia del Palacio, testigo presencial de los sucesos- le tiró con un revólver, y le pegó al lado de la boca: era herida mortal, sin vuelta.

El general cayó en el vano de la puerta y en esa posición Nico Coronel le pegó dos puñaladas y tres el cordobés Luengo, el único que venía de militar y que lo alcanzó cuando ya la señora Dolores y Lola, la hija, tomaban el cuerpo y lo entraban en un cuarto, en el cual se encerraron con él yendo a recostarlo en la esquina del frente, donde se conservan hasta ahora, las manchas de sangre en las baldosas".

Ese mismo día eran asesinados en Concordia también sus hijos Justo Carmelo y Waldino; los dos eran amigos íntimos de López Jordán, lo que parece probar que los asesinos no actuaron por orden de López Jordán.

Imágenes: Máscara funeraria tomada dos días después de la muerte del caudillo. Pañuelo de la esposa de Urquiza con su sangre. Palacio San José.

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